-La coherencia con el proyecto educativo, esto es, con las opciones metodológicas (papel que el profesor desea asumir), con los objetivos, contenidos y procedimientos de aprendizaje;
-La adecuación a las necesidades de los aprendientes y del contexto de aprendizaje; significatividad, de tal forma que los materiales consideren los conocimientos, intereses y valores de los estudiantes;
-El impulso de la autonomía tanto de enseñanza como de aprendizaje;
-La flexibilidad y adaptabilidad a la multiplicidad de acontecimientos que tienen lugar en el proceso de enseñanza-aprendizaje y a la diversidad de aprendientes, en el sentido de que los materiales no han tomado de antemano todas las decisiones propias del desarrollo curricular;
-El equilibrio en el tratamiento de los distintos contenidos del currículo: conceptos, habilidades y actitudes; espacio dedicado a cada destreza lingüística; etc.
-La gradación didáctica del material a lo largo del proceso de aprendizaje;
-La autenticidad de las muestras de lengua y de las actividades de comunicación;
-La contextualización por referencia a una situación de comunicación;
-La claridad en la formulación lingüística de las instrucciones